14 abr 2013

Manos sucias, camisas limpias

Antisistemas tergiversados

 

Hoy traigo de nuevo una interesante idea made in Aynara: habiendo ella sido increpada toda su vida por ser lo que comúnmente se conoce como antisistema, y harta de ser siempre ella la que acabe en el disparadero, ha decidido hacer una brillante operación de tergiversación conceptual que no carece de gracia ...ni de razón.
 
El caso es que ciertamente sus puntos resultan sólidos: según ella, cuando sale a colación a palabra "antisistema" en un diálogo, una tertulia, una discusión o un telediario, todos evocamos en seguida una imagen clara de la persona a que este término se refiere. He aquí las reglas generales de conveniente cumplimiento para cualquier antisistema: 

1) Irá vestida sin duda de forma alternativa, posiblemente con chupa de cuero, pantalones bombachos o mallas ajustadas. Esto es así hasta el punto que los skinheads, que por su actitud e ideología entrarían de lleno en el concepto puro de lo que denota la palabra antisistema no nos vienen a la cabeza cuando alguien la pronuncia. Lo cual demuestra que sólo existen, presuntamente, antisistema de izquierdas.

2) Se adornará con algún que otro tatuaje, piercing, rasta, cresta o cualquier otra extravagancia estética del mismo tipo, al tiempo que su apariencia desaliñada suele rallar en una imagen de carencia higiénica. Dicha carencia se puede notar olfativamente por un fuerte olor corporal,o, en casos alternativos, a cerveza, sustancias fumables o incienso.

3) En casos extremos, esta persona irá acompañada de un número indeterminado de perros siempre superior a 0, o, en su defecto, de un número indeterminado de personas de su misma condición, es decir, antisistema.

La última regla aplica no sobre la apariencia sino sobre las ideas y actitud del antisistema en cuestión:

y 4)  El antisistema debe necesariamente orientar su pensamiento sobre bases empíricas deficientes, siendo su ideario político un pupurri inconsistente de sandeces y simplicidades degradadas del antiguo corpus teórico comunista y de la elástica  -muy elástica- tradición libertaria. Este hecho hace que no se le pueda tomar en serio en absoluto, porque a su ignorancia, carencia de criterio, incultura y desconocimiento total añade una cierta cerrazón mental y doctrinaria y una vana creencia de ser "le bueno de la película" que le convierte en un elemento completamente impermeable a cualquier comentario exterior, aunque no necesariamente opuesto a sus propias ideas y visión. Por ello, como su pensamiento está plenamente inadaptado al medio, su actitud y conducta suele acabar provocando conflictos con frecuencia violentos planteados entre él y la sociedad.

Hasta aquí la descripción que hace Aynara de un antisistema. Sin embargo, aquí viene el punto fuerte: Lo que sorprende a Aynara es que a este tipo de personaje se le dé el nombre de antisistema, ya que en definitiva cuando dichas personas se manifiestan, sus críticas contra el estado y situación de los asuntos sociales demuestra que en realidad lo que estan pidiendo es un sistema, es decir, una ordenación. De hecho, su crítica más feroz va dirigida contra la desregulación del mercado y la desnormativización de la vida pública, lo cual demuestra que en realidad están abogando por la construcción de espacios regulados, normalizados y legislados y por una extensión mayor de las estructuras sociales y comunitarias.

Desde este punto de vista, y aquí Aynara comienza a sonreír, los verdaderos antisistema son aquellos individuos que, sin importarles para nada las consecuencias de sus acciones sobre la sociedad y la comunidad, se dedican exclusivamente al lucro propio, desestabilizando mercados y sociedades y, en definitiva, haciendo tambalearse el sistema económico, productivo y político en el cual se mueven. Y, de alguna manera, en efecto, el especulador de bolsa o el ejecutivo insaciable dañan al sistema con sus actos y actitudes en mucha mayor medida que cualquier desharrapado que una noche se ponga a quemar papeleras. 

Lo curioso, en definitiva, para Aynara, es que la policía, que debe salvaguardar el orden público, dedique todos sus esfuerzos al gamberrismo de baja intensidad de los llamados antisistema, e ignore reincidentemente el grave peligro que suponen los otros y verdaderos antisistema, de manos sucias y camisa limpia, que día tras otro ponen en jaque a todo el sistema financiero y la estabilidad social con sus movimientos y avaricia. 

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